Alteraciones neurológicas
Es evidente que en el SII hay una conjunción de factores inmunitarios y neurológicos. En el epígrafe anterior ya hablamos de los inmunitarios. Sin embargo, también sabemos (apartado de alteraciones psicosociales y eje HPA), que los factores emocionales pueden influir sobre la sintomatología de muchos pacientes. Pero lo que más apunta al sistema nervioso son los síntomas.
El dolor del SII o la dispepsia es un problema de hipersensibilidad visceral. La hinchazón también puede serlo, siempre que no se deba a un aumento/acumulación objetivable del gas intestinal (la distensión abdominal no es una medida fiable de la cantidad de gas). Y la diarrea y el estreñimiento son alteraciones de la motilidad, que sabemos que es regulada por neurotransmisores como la serotonina o la acetilcolina, entre otros (ver el apartado sobre motilidad). Pues bien, todos estos síntomas se derivan en último término del sistema nervioso. Esto no significa que el problema de base esté ahí (no lo sabemos, podría ser una alteración inmunológica la que lo mantiene «hiperactivo»), pero la última palabra de estas alteraciones (dolor, diarrea, estreñimiento, molestia) la tiene el sistema nervioso, pues el SII puede resumirse en un funcionamiento deficiente de las neuronas entéricas sensoriales (hipersensibilidad visceral) y motoras (motilidad alterada).
Hablar de SII es hablar de una cadena de sucesos moleculares, que se enlazan uno con otro hasta provocar el síntoma. Si hiciéramos una analogía con una hilera de fichas de dominó, cayendo una sobre otra, las primeras fichas podrían ser la base genética (sin ellas no vas a enfermar, si esas fichas no fallan y no se caen, las que les siguen tampoco), las centrales serían los factores ambientales (infecciones, abuso de antibióticos, estrés sostenido, infancia difícil…), y las últimas fichas, que al caer precipitan el síntoma, serían alteraciones estructurales o funcionales del sistema nervioso, derivadas de todo lo anterior.
Esta es una de las razones por las que algunos fármacos neuromoduladores (ver la pestaña «Tratamientos») parecen ayudar a algunos pacientes a la hora de corregir las alteraciones de la sensibilidad visceral o la motilidad. Cuando ya ha ocurrido toda la sucesión de «errores» que va a disparar el síntoma, los neuromoduladores entran en el sistema nervioso y alteran los niveles de ciertos neurotransmisores que inhiben la señalización del dolor/molestia (noradrenalina) o actúan sobre la motilidad (acetilcolina, y en menor medida, serotonina y noradrenalina). Aunque también hay otros mecanismos, implicando receptores GABAérgicos, canales de calcio, receptores opioides…la lectura de este apartado te ayudará a entenderlos.
Primero hablaremos de el eje intestino-cerebro, para tener una idea básica de la interrelación que existe entre ambas estructuras, y por qué los dos tienen un rol en el SII. Después hablaremos de algunas alteraciones neurológicas observadas en el sistema nervioso entérico de pacientes SII, de los procesos de sensibilización central y periférica que pueden afectar al SII y otros trastornos de dolor crónico, y luego trataremos el rol del sistema nervioso central. Finalmente, cerraremos con una explicación integradora de cómo ocurre el dolor, los mecanismos implicados y la lógica de ciertos fármacos, ya disponibles o en desarrollo, para poder tratarlo.