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4. Algunas controversias

4. Algunas controversias

En este apartado reflexionaremos sobre algunas pruebas y tratamientos que generan gran controversia dentro y fuera de la comunidad científica, bien por no tener evidencias sólidas de su utilidad en estos trastornos, bien por existir evidencias a favor y en contra de su uso.

Al final del apartado también daremos algunas indicaciones para evitar caer en fraudes que desgraciadamente son muy habituales en este tipo de condiciones.

PRUEBAS NO VALIDADAS O EN PROCESO DE ESTARLO

  • Test de intolerancias a varios alimentos:

Son un timo. Es frecuente verlos en farmacias, y son pruebas en las que se ve la intolerancia a muchos alimentos simultáneamente, a veces más de 100. Tienen varios nombres comerciales: Test A200, Test Fis, Novo by Immogenics, Yorktest Food Intolerance, ImuPro300, Test Alcat, HemoCode, Food detective. Algunos de ellos funcionan midiendo los niveles de IgG en sangre, algo que ya se ha demostrado que no guarda relación ninguna con las intolerancias o alergias alimentarias (no confundir con la IgE en sangre, usada para determinar la ALERGIA a determinados alimentos y que sí tiene validez científica). Los test de intolerancia validados son los de aire espirado (y sólo atendiendo a los síntomas durante la prueba, las curvas de H2 y CH4 no tienen mucho valor predictivo) de lactosa, fructosa y sorbitol, o test de aire espirado con otras sustancias que tengan estudios al respecto (trehalosa, sacarosa…). También hay otros test fiables que utilizan la D-xilosa o el estudio de curvas de glucemia en sangre (lactosa), y que tienen base científica.

  • Pruebas de histaminosis para estudiar intolerancias alimentarias (test de los 10 alimentos básicos):

Los típicos «test de liberación de histamina», que miden la inmunoglobulina G (IgG) no tienen validez científica alguna, y tampoco una explicación coherente del mecanismo por el que funcionan. A alguna gente le van bien, pero es probable que sea porque tienden a «prohibir» una serie de alimentos que suelen dar problemas por motivos no relacionados con la histaminosis, como el gluten (ap. 2.4.2), los lácteos (apartado 2.1.2), las legumbres (apartado «Dieta», en la pestaña «Tratamientos»), el huevo…con lo que es frecuente acertar alguno. Las únicas pruebas relacionadas con la histaminosis para las que existe un pequeño consenso (y los resultados son orientativos, pero nunca definitivos), son las del déficit de enzima DAO en sangre e histamina en orina. En el apartado 3.3 hay más información sobre la histaminosis.

  • Los test de disbiosis intestinal.

A día de hoy está todo muy verde, no conocemos a fondo la manera en que las bacterias interrelacionan unas con otras, ni el efecto que ciertas enfermedades pueden tener sobre ellas, y a la inversa. En resumen, no existen evidencias de que estos test puedan predecir el éxito de un tratamiento u otro, por lo que es raro que un profesional los pida. Aquí una entrevista sobre el tema a Francisco Guarner, digestivo del Vall D’Hebron y experto en la investigación de la microbiota en los padecimientos digestivos.

TRATAMIENTOS NO VALIDADOS O EN PROCESO DE ESTARLO

  • Los probióticos:

Hay evidencias a su favor como posible tratamiento del intestino/colon irritable (apartado «Tratamientos»), con muchos estudios a favor, la mayoría con un diseño metodológico bastante pobre. Es probable que veamos más avances en los próximos años, cuando sepamos más de la microbiota intestinal. Este enlace resume brillantemente lo que sabemos sobre la eficacia de los tratamientos con probióticos para el SII. Para entender un poco mejor por qué parecen funcionar algunos probióticos, recomendamos leer el apartado dedicado a la microbiota.

  • Los trasplantes de microbiota fecal:

Hay muchas esperanzas puestas en ellos, no sólo en el tratamiento de problemas digestivos. Su eficacia se ha documentado por ejemplo a la hora de superar infecciones por la bacteria Clostridium Difficile, donde parece ser el tratamiento más eficiente (2019). Su eficacia en otros problemas como el colon irritable no está clara, hay estudios en los que se observan leves mejorías, y otros en los que es inferior al placebo (a veces es hasta contraproducente). Hoy en día es raro ver un trasplante fecal en cualquier hospital público, y se utilizan como último recurso y en enfermedades muy concretas como la que hemos mencionado. Sí es cierto que se están empezando a crear los primeros «bancos de heces» a nivel nacional.

  • La glutamina:

La glutamina se recomienda en páginas web de todo tipo para “mejorar la permeabilidad intestinal”, y para tratar una amplia variedad de síntomas, digestivos y no digestivos. A día de hoy hay evidencia de su eficacia en: reducir las infecciones tras sufrir quemaduras, acelerando también su curación; aumentar el peso y reducir los problemas intestinales en pacientes con VIH o SIDA; reducir el dolor o inflamación de la boca en algunos pacientes de quimioterapia, y, cuando su aplicación es intravenosa, mejorar la función inmune y las complicaciones relacionadas con las infecciones tras una cirugía importante en algunos pacientes.

Con respecto a la permeabilidad intestinal, han habido estudios en los que parece que la regula en los casos de SII en los que se encuentra alterada (estudioestudioestudio), no obstante, esto se ha comprobado con modelos experimentales en los que a menudo se extraen las biopsias y se les pone en contacto directo con la glutamina, no han sido estudios en los que se «ingiere una pastilla». Hay cierta confusión con respecto al método de administración más adecuado, pues normalmente el intestino delgado la absorbe en su totalidad y no llega hasta el colon. Respecto a si mejora los síntomas del SII, la investigación apunta a un rotundo NO, al menos a corto plazo. En un estudio de 2018, que aún tendrá que replicarse, se vio que sí mejoraba la sintomatología de pacientes con SII-D postinfeccioso cuando éstos tenían una alta permeabilidad intestinal (que también redujo). Pero es un estudio piloto todavía, y tampoco conocemos el método por el que se ingirió la glutamina (la dosis era de 5 gramos diarios). Hay que tener especial prudencia porque el estudio está financiado, entre otras instituciones, por el National Center for Complementary and Integrative Health (NCCIH), una institución cuanto menos polémica (como todo lo integrativo) por fomentar prácticas «alternativas» y que a menudo se mueven en el terreno de lo pseudocientífico. El estudio ha recibido críticas de otros investigadores por supuestos problemas metodológicos (la muestra es pequeña para generalizar, los resultados se recogieron mediante un método inusual como son las llamadas telefónicas, apenas se incluyó información sobre los abandonos, la respuesta al placebo fue de un 5% – cuando la media en los estudios farmacológicos de SII es de un 40%…) aunque también hay quien lo alaba.

NOTA: muchas personas con las patologías que aquí describimos toman suplementos de glutamina, pero algunas, pese a tolerar la glutamina de otras fuentes animales (como el pollo), no toleran estos suplementos (aunque estén libres de aditivos). A día de hoy NO existe una explicación científica clara para este hecho.

  • Ketotifeno y cromoglicato disódico para el SII:

Estos medicamentos son ambos reguladores mastocitarios, pensados para corregir la activación de éstos en algunos casos de SII-D (no se ha investigado lo suficiente en el resto de subtipos).

El cromoglicato ha tenido una evidencia muy controvertida con los años, al principio se recomendaba en casos de SII-D asociados a alergias alimentarias diagnosticadas con pruebas cutáneas por punción (estudio de 1992estudio de 1997) donde se mostraba efectivo reduciendo la diarrea, y hoy cuenta con algunos estudios recientes favorables a su uso en la reducción de la hipersensibilidad visceral o las diarreas (como ésteéste o éste ultimo, donde se dice que su efectividad en la HV no está del todo clara). No obstante, un metaanálisis de 2018 desaconseja este tipo de medicamentos en el SII, y autores como Spiller ya han dicho que deben ser mejor investigados. Donde el cromoglicato sí está indicado es en condiciones como la mastocitosis, una enfermedad rara que puede imitar algunos síntomas del SII

El ketotifeno también se mostró eficaz para el SII en un estudio, aunque la mejora sintomática (reduciendo la hipersensibilidad visceral) no se asoció a una reducción  de la triptasa mastocitaria de biopsias del colon (las biopsias se obtuvieron exclusivamente del recto, por lo que no se analizó el colon en su totalidad). Un estudio de 2020 volvió a demostrar la eficacia del ketotifeno en los síntomas del SII-D, y esta vez se demostró que este efecto se asociaba a una reducción del número y activación de los mastocitos, sobre todo a nivel del íleon terminal. El ketotifeno es un antihistamínico, por lo que también actúa inhibiendo los receptores H1 de histamina. De hecho, en un estudio (2016) se vio que la ebastina, otro antihistamínico, podía tener efectos favorables en el SII, aunque la investigación posterior no ha replicado este hallazgo. 

Los receptores de histamina, no obstante, parecen jugar un rol importante en el síndrome, como esta revisión de 2017 sugiere. Nosotros hemos conocido casos que han mejorado a través del cromoglicato/similares, pero es cierto que MUY pocos (quizá 1 de cada 20 que lo probaron), y es difícil saber si la causa de la mejora puede atribuirse al cromoglicato. Hay recuperaciones espontáneas, factores dietéticos, tratamientos que se hacen en paralelo, efecto placebo…la única forma de saber si funciona de veras, y en qué casos concretos, es la investigación con grupo control y controlando estas variables, y a día de hoy ésta no es concluyente. 

Otro componente utilizado para bajar la activación mastocitaria es la palmitoiletanolamida, que combinada a la polidatina, podría ayudar con el manejo de los síntomas del SII (estudio de 2017), aunque la investigación tampoco es concluyente y su mecanismo de acción no está claro, implicando también receptores endocannabinoides.

  • Vitamina D para el SII:
El rol de la vitamina D en el SII, entre otras muchas condiciones médicas, ha recibido una considerable atención por la comunidad científica en los últimos años. No sabemos el mecanismo exacto por el que se vincularía a los síntomas digestivos en el SII, sí parece más clara su relación con los síntomas de las EII (Crohn, colitis), donde parece que podría tener un rol en el mantenimiento de la barrera intestinal, inhibiendo la apoptosis (muerte celular) inducida por la inflamación en las células epiteliales, así como en la regulación de las respuestas inmunes y la composición de la microbiota intestinal.
 
En el SII, se han realizado estudios, como éste de 2015, o éste de 2017 (en adolescentes), donde se ha comprobado que el déficit de esta vitamina es mucho más frecuente en pacientes con SII que en controles sanos. Sin embargo, no se puede descartar que el déficit sea a veces una consecuencia del trastorno, al salir menos de casa que sus iguales, o evitar determinados alimentos. Probablemente, estudios más precisos, que controlen factores como el tiempo de exposición solar o la dieta de los participantes, podrán arrojar datos más clarificadores.
 

La evidencia terapéutica de la vitamina D en SII es contradictoria. En este estudio de 2015 se encontró que una proporción significativa de pacientes con SII tenían la vitamina D baja, y la suplementación con ésta mejoraba la calidad de vida pero NO los síntomas del SII. Por contra, en este otro estudio, de 2016, se vio que una dosis quincenal de 50.000 UI mejoraba los síntomas del SII significativamente. Hay bastantes publicaciones sobre el tema, pero, a modo de resumen, la investigación en este ámbito está todavía en sus fases iniciales, y no hay evidencia sólida para extraer conclusiones en un sentido u otro, tal como señala esta revisión de 2018 publicada en «Nature». NOTA: Si uno decide tomar vitamina D a niveles tan altos como estos, es importante consultarlo antes con un médico por el riesgo de desarrollar hipercalcemia&calcificaciones.

  • Melatonina para el SII:

En un metaanálisis de 2010, que revisaba 8 ensayos clínicos, los pacientes con SII parecían mostrar alteraciones en los niveles endógenos de esta hormona, y mejoras significativas en el dolor abdominal y la sintomatología global al corregir estas alteraciones con melatonina exógena. Una revisión de 2015 se mostró un poco más crítica con el uso de melatonina, señalando en las conclusiones que no está del todo clara su utilidad o su mecanismo de acción sobre los síntomas del SII.

  • Mesalazina para el SII:

El SII no es una enfermedad inflamatoria intestinal, por lo que no responde a tratamientos antiinflamatorios como la mesalazina o derivados, o a los corticoides. Sí existe una «microinflamación» por ejemplo a nivel de las citoquinas, pero los síntomas parecen persistir aunque utilicemos tratamientos antiinflamatorios. Hay pequeños estudios, con pequeñas cohortes de pacientes de SII, y resultados contradictorios, aunque la mayoría no encuentran mejoras significativas. Parece que la mesalazina podría interaccionar con la microbiota, reduciendo el número de bacterias, algo que podría aportar una explicación para su efecto indirecto en determinados subgrupos de pacientes. Otra explicación es que esos subgrupos tengan un componente inflamatorio en la base de su sintomatología particular.

  • Berberina para el SII:

Hay un estudio (ECA) de 2015 (publicado en una revista de fitoterapia, no médica) donde la berberina reduce la urgencia y el dolor de pacientes con SII-D a lo largo de 8 semanas de tratamiento. Sin embargo, no ha sido replicado, y es habitual que este suplemento siente mal a los pacientes que lo prueban, además de provocar estreñimiento. La berberina puede potenciar el efecto de ciertos antibióticos, así como de fármacos para la diabetes. También está contraindicada en personas con niveles elevados de bilirrubina o con la tensión baja. Antes de usarla es necesario consultar a un médico. 

  • Acupuntura, suplementos o hierbas orientales para el SII:

Pese a que la acupuntura cuenta con varios metaanálisis a su favor, hay bastantes dudas con repecto a la metodología empleada en estos estudios (por ejemplo, la acupuntura a veces parece mostrarse superior al tratamiento farmacológico, pero no hay grandes diferencias entre una acupuntura «real» y otra «falsa», lo que hace pensar que son otros factores los que explican esta mejora, como el efecto placebo, o la experiencia de relajación durante las sesiones…hay estudios sobre el tema de 20062012 o 2017). La página WebMD incluye un artículo sobre terapias alternativas en el SII en el que se menciona la acupuntura, pero concluye que ninguna de ellas tiene evidencia suficiente. 

  • Infusiones:

Tanto el anís verde (matalauva) como el anís estrellado son remedios populares para los gases, pero si tienes SII o intolerancia a la fructosa es posible que te sienten mal, por su contenido en FODMAPs. Lo mismo ocurre con la manzanilla. El resto de infusiones en principio no darían problemas, siempre que sean bajas en FODMAPs (el poleo menta tampoco se aconseja si hay problemas de reflujo o ardores, pues relaja el esfínter esofágico inferior), pero no hay ninguna evidencia de que ayuden con problemas digestivos como los aquí tratados.

  • Aceite de orégano:

Es un remedio bastante popular, aunque su eficacia también es cuestionable (hay muy poquita evidencia, con estudios de hace más de 10 años, en colitis, sobrecrecimiento de cándidas, o como antibacteriano). Hay estudios recientes, con muestras muy pequeñas y poco representativas, donde el aceite de orégano amortigua los efectos negativos de un antibiótico en el tratamiento de la disbiosis asociada a C.Difficile en ratas (aquí se utilizó Carvacrol), o reduce la permeabilidad intestinal en cerdos. Puede ser MUY irritante para la mucosa gastrointestinal, se recomienda diluirlo en aceite de oliva. Sus efectos a largo plazo son desconocidos, aunque en un estudio en ratas, con dosis 330 veces superiores a las máximas para seres humanos, no se apreció toxicidad a los 3 meses.

  • Extracto de semilla de pomelo:

Es un antimicrobiano (se le atribuyen propiedades antibacterianas, antivirales y antifúngicas) natural, al igual que el aceite de orégano, bastante popular en foros y que se recomienda sobre todo para disminuir los gases y la hinchazón, aunque la evidencia científica para esto es inexistente. Hay evidencia preliminar de que los posibles efectos antimicrobianos de este suplemento, no obstante, podrían deberse a aditivos presentes en algunas formulaciones comerciales (cloruro de benzalconio, triclosán, cloruro de bencetonio, metil p-hidroxibenzoato…) y no al extracto en sí mismo. Se ha documentado un caso donde el consumo de este extracto aumentó los niveles de warfarina (y el riesgo de sangrado), y al indagar más en profundidad se observó que el principio activo era cloruro de bencetonio, y no extracto de semilla de pomelo. Este tipo de situaciones pueden repetirse al no existir un control exhaustivo de la composición de estos productos, pues se catalogan como suplementos, no medicamentos (ver apartado 5). Se recomienda andarse con precaución, sobre todo si se están tomando anticoagulantes al mismo tiempo.

  • Aceite de cannabis (CBD oil, cannabidiol):

Se suele escuchar mucho como un remedio para el dolor del SII, o de otros trastornos de dolor crónico. Sin embargo, aún no ha demostrado científicamente que sirva para esto, al menos en humanos. Sí hay más evidencia de sus efectos beneficiosos sobre la ansiedad, el insomnio, y algunas formas de epilepsia infantil (2020). El THC, otro cannabinoide distinto del cannabidiol, sí tiene más evidencia para su uso en el dolor, pero se acompaña de efectos psicotrópicos, por lo que su uso es ilegal en un gran número de países, entre los que se encuentra España.

  • Aloe vera, sen y cáscara sagrada:

Es popular el uso del aloe vera en condiciones como el SII, donde la mayoría de investigaciones vienen a mostrar una escasa o nula utilidad (estudioestudioestudio), aunque también existe algún estudio reciente a favor de su uso, como este metaanálisis que recomienda emplearlo a corto plazo. Con respecto al mecanismo de funcionamiento del aloe vera, las antraquinonas (aloína) y antronas presentes en su composición aumentan la peristalsis del colon y el volumen de agua en el intestino, abriendo los canales de cloro de la membrana colónica para evitar la absorción de líquidos de ésta…lo que redunda en contracciones del colon más frecuentes y más fuertes, pudiendo generarse calambres, espasmos y diarrea, especialmente en algunos tipos de SII o en personas sanas si se usa en altas dosis (los efectos secundarios más frecuentes son dolor abdominal, diarrea, y desequilibrio electrolítico). El mayor peligro del aloe vera, así como del sen o la cáscara sagrada, es que su contenido en antraquinonas les hace entrar en la liga de los laxantes estimulantes, cuyo uso a largo plazo puede generar enfermedades como la melanosis coli, el colon catártico o un aumento en el riesgo de desarrollar cáncer de colon. Los productos de aloe vera sin antraquinonas ni antronas deberían de ser mejor tolerados, pero siempre pueden quedar restos, ya que las compañías que fabrican estos suplementos, al no venderlos como medicamentos, no tienen que pasar los controles de calidad de éstos.

  • Productos HERBALIFE:

No valen absolutamente para nada (en personas con intolerancias o trastornos funcionales digestivos, no sabemos cómo les irá a personas sanas). De hecho, muchos de ellos son «zumos», y si eres intolerante a la fructosa, esto es igual a veneno.

  • La hidroterapia de colon:

Una estafa total. No suele funcionarle absolutamente a nadie y puede provocar efectos perjudiciales. Obviamente, no tiene ningún respaldo científico. El colon ya se «desintoxica» gracias a la expulsión de las heces, y los desechos se eliminan principalmente a través del hígado y riñones (orina) y, en menor medida, por vías alternativas como el moco.

  • El vinagre de manzana:

Es un remedio popular que aparece más en el terreno de las gastritis que en el de las intolerancias. Hay mucha evidencia anecdótica y páginas web naturistas que lo recomiendan, y esto es un gran ERROR. No sólo porque no existen estudios que demuestren su eficacia, sino porque puede ser tremendamente contraproducente, pudiendo destrozarte el estómago si tienes gastritis. Los casos que dicen que “les va bien”, no suelen padecer gastritis, o pueden tener cuadros de hipoclorhidria (estómago con falta de acidez, que puede derivar en otros problemas). Este diagnóstico lo debe realizar un especialista en aparato digestivo con los métodos a su disposición, la famosa «prueba del bicarbonato» no sirve para nada. 

  • Las pastillas para digerir el gluten:

No existen apenas estudios de su efectividad, ni en Sensibilidad al Gluten/Trigo No Celíaca, ni en celiaquía, donde no se recomienda reintroducir el gluten bajo ningún concepto (el gluten SIEMPRE les provoca daño intestinal, aunque no noten nada)

RECOMENDACIONES

  • Cómo detectar a un magufo:

Magufo es un término definido en algunas webs como «aquél que promueve o comercia con fenómenos paranormales o pseudocientíficos tales como la ufología, la magia, la telepatía, etc. o creyente de los mismos». En esta sección lo utilizaremos como sinónimo de estafador, charlatán, vendehumos…

 

Hay magufos a los que uno ve venir, suelen ser los amigos de «lo natural», con las típicas aseveraciones que te podrás encontrar en páginas web como «Botanical Online». La mayor premisa es que todo lo natural es bueno y efectivo, por el simple hecho de que es natural y no viene de un laboratorio.

 

Los magufos peligrosos suelen ser aquellos a los que no es tan fácil ver venir, porque son personas con carreras relacionadas y cierto prestigio, que aprovechan su posición para vender a gente desesperada toda suerte de remedios que no están probados, o que están probados y se ha demostrado que NO funcionan. Estos magufos suelen usar un discurso en el que parten de datos reales sobre distintas enfermedades, y el fracaso de los medios tradicionales para tratarlas (con los cuales suelen empezar sus videos y se ganan al espectador, que ve que lo que le están contando tiene sentido, y suena científico y profesional) para acabar con remedios de dudosa fiabilidad o directamente esperpénticos para tratar las susodichas enfermedades, casi siempre sin base científica o con una base bastante débil. Además, un buen magufo rara vez dirá que una enfermedad no puede curarse, o que a día de hoy no contamos con los medios. Para ellos, todo es posible, y suelen tener un concepto muy pobre de la medicina tradicional.

 

Varios de estos profesionales se identifican con una rama médica denominada «Medicina Funcional» o «Integrativa», que es un poco como llevar a la medicina la filosofía «holística» para entender que hay más factores implicados en la enfermedad y la curación aparte de los biológicos, cuando ya desde hace décadas la propia medicina tradicional reconoce la importancia de los factores psicológicos, sociales, económicos, o los hábitos de salud en el desarrollo y manejo de las enfermedades, a raíz de la implantación del modelo biopsicosocial.

 

Varias teorías que circulan entre esta clase de magufos son las del «desequilibrio entre el sistema simpático y el parasimpático», que parece explicarlo absolutamente todo, o el «síndrome del intestino agujereado/permeable» (VS. permeabilidad intestinal). Hay pequeños datos que respaldan aspectos parciales de estas teorías, por ejemplo, la permeabilidad intestinal existe, y se relaciona con varias patologías…pero a día de hoy no se sabe mucho más sobre sus relaciones causa-efecto en la salud, o sobre la forma de intervenir sobre éstas.

 

Algunos magufos famosos son el Doctor Mark Hyman, una celebridad en Youtube, o el Doctor Mercola. En SII, tenemos ejemplos como Bonnie Leclerc, una francesa que defiende a ultranza que la solución de estos problemas es hacer un ciclo de antibióticos, eliminar la flora, y repoblar con probióticos (un tema muy complejo, en desarrollo, y cuya investigación no respalda estas conclusiones, aunque sí se sabe que los probióticos pueden ayudar en algunos casos), o el Dr. Sarno, que afirma que todos estos problemas son consecuencia de un conflicto psicológico, y resuelto el conflicto, se acabó el problema (nuevamente, como con Leclerc, vemos cómo hay apoyo científico para aspectos parciales de su teoría, el estrés empeora el cuadro de muchos pacientes, pero omite advertir que la condición desgraciadamente es incurable y a otros muchos pacientes la psicoterapia -la estudiada científicamente, que nada tiene que ver con la que él nos propone- ni siquiera les reporta un mínimo beneficio).

 

Es frecuente encontrar también ciertas revistas, como Discovery Dsalud, que no tienen rigor científico alguno y suelen ser un caldo de cultivo de charlatanes (varias veces se han posicionado a favor del movimiento antivacunas, pese a existir una evidencia aplastante en contra). Y también hay webs de fiabilidad cuestionable, como «Selfhacked» o «FitnessRevolucionario», en las que, pese a citar estudios, muchas veces estos son inconexos, no tienen relación con lo que se está planteando, o el diseño de los mismos es muy pobre. Esta misma web no tiene ningún sello que acredite su fiabilidad, pero intentamos en la medida de lo posible guiarnos por organismos oficiales, y facilitar los estudios para que sea el lector el que valore si lo que está leyendo tiene sentido. Y somos claros en que la información que facilitamos no sustituye en ningún momento al consejo del especialista, que es quien debe supervisar nuestras decisiones en el manejo de la condición.

 

  • Estudios científicos fiables y no tan fiables:

No todos los estudios son igual de válidos. Para saber si la revista tiene un alto factor de impacto, y, en principio, mayor credibilidad, se puede consultar el índice JCR (Journal Citations Report, aunque hay otros índices), y comprobar si el artículo que estamos leyendo pertenece a una revista del CUARTIL SUPERIOR (el 25% del TOP) del listado de JCR para esa categoría. Para poder acceder a la web de JCR hay un problema, y es que, normalmente, tendríais que ser estudiantes universitarios o trabajar en alguna institución relacionada con la investigación. En el link que os hemos dado, tendríais que ir a la parte de abajo, donde aparece un menú desplegable, y elegir primero vuestra región (en el caso de España, «Federation of Spain by FECYT»), y después, en la nueva ventana, buscar vuestra institución (si sois universitarios, vuestra universidad), de la que os pedirá el nombre de usuario y la contraseña. Luego, ya en JCR, se trata de buscar la revista y el número, y comparar con el resto. Hay otras formas de consultar el índice JCR, ya es cuestión de buscar en Google.

  • ¿Qué es una investigación fiable?

Si se cumple el apartado anterior y el artículo es de una «buena» revista, es más fiable. Pero hay otras medidas objetivas e inherentes al estudio. Por ejemplo, el tamaño de la muestra (n = número de participantes) debe ser superior a 30 como mínimo, debe existir un grupo experimental (donde cambiamos X variable) y un grupo control (donde no la cambiamos, y el resto de variables se mantienen), los grupos deben configurarse por aleatorización con doble ciego (la asignación de los participantes a los grupos experimental o control es aleatoria, y ni el paciente ni el investigador saben en qué grupo está el primero, combatiéndose así el efecto placebo, que afecta al participante, y el efecto Pigmalión, que afecta al participante a través del observador), y los hallazgos deben haber sido replicados por otros grupos de investigación. Se deben de controlar las variables extrañas (sexo, edad, presencia de otras enfermedades, tipo de dieta, hábitos saludables o perjudiciales…), y hacer sobre todo estudios causales (A explica B) cuando sea posible, más que relacionales (es interesante ver que A y B aparecen juntos, pero esto nos dice poco de cara al tratamiento, es más interesante saber por qué). Otro aspecto importante es el relativo al muestreo, ¿de qué país son los participantes? ¿se han repetido esos estudios en España encontrando los mismos resultados? ¿de qué manera se ha realizado el muestreo? ¿se han cogido pacientes al tuntún, según «interesaba» al investigador (muestreo intencional), o se han sacado a azar de un listado que contemple el mayor número posible de variables extrañas? Y aún quedaría por saber de qué año es el estudio, quién lo ha financiado, si hay conflicto de intereses…en general esta es una buena lista para saber si un estudio es fiable o no.

 

Dentro de la investigación del SII, algunos aspectos a tener en cuenta serían:

 

  • Que incluya un grupo experimental y un grupo control, a ser posible con doble ciego (ni el investigador ni el paciente saben si el paciente está tomando el tratamiento o un placebo) cuando se analice la eficacia de un tratamiento, aunque esto último es difícil de ver. Los estudios «open label» de ciertas medicaciones no tienen prácticamente ninguna validez, al no haber un grupo control que nos permita medir el efecto placebo (que en SII es significativo, rondando el 40%).

  • Que el grupo control sea de personas SANAS.

  • Que el grupo experimental y el grupo control tengan al menos 30 participantes cada uno.

  • Que los participantes del estudio sean asignados al grupo experimental y al grupo control de manera aleatoria (idealmente, habría que asegurarse de que en ambos grupos haya una proporción similar de mujeres y hombres, así como edades parecidas). 

  • Que las variables de estudio sean síntomas específicos (dolor, diarrea, estreñimiento, hinchazón…) y no sólo generales, que son más ambiguos (como la calidad de vida).

  • Que la duración del estudio sea superior a 4 semanas (especialmente en el caso de psicofármacos/neuromoduladores y probióticos) y a ser posible incluya un seguimiento para asegurar que no hay recaídas (especialmente en el caso de los antibióticos).

  • Que utilice los criterios de Roma vigentes para el SII (actualmente son los criterios de Roma IV).

  • Los estudios «in vitro» actuales, así como los realizados en modelos animales, tienen una fiabilidad muy baja y un gran riesgo de no reproducirse en pacientes humanos. No suele valer la pena divulgarlos y crear falsas esperanzas entre los pacientes, es mejor dejárselos a los expertos.

  • Hay varias revistas científicas bastante fiables, entre las que destacan, por ejemplo, «Neurogastroenterology and Motility», «The American Journal of Gastroenterology», «Gastroenterology & Hepatology», «Clinical Gastroenterology & Hepatology», «Gastroenterology», «Gut», «Nature»… Lo ideal es mirar el factor de impacto de la revista, si está por encima de 2-3, es una buena revista.

Para quien quiera ampliar más, en un artículo de la Rome Foundation (2016) se profundiza en los requisitos que deben cumplir los ensayos clínicos en el área de los trastornos funcionales digestivos.

 

En lo que respecta a esta web, no todos los estudios que hemos citado cumplen TODOS los requisitos (es casi imposible cumplirlos todos), pero es cierto que muchos de ellos tratan cuestiones aún bastante recientes, y no ha habido tiempo material para profundizar más. En cualquier caso os animamos a contactarnos si consideráis que hay errores o aspectos a mejorar en la web.

 

Desconfiad de cualquier cosa sobre la que no haya estudios de calidad o que no tenga respaldo de ninguna institución médica oficial. Por poner varios ejemplos: las flores de Bach, las sales de schüssler, el Reiki, la homeopatía en general, la nutrición ortomolecular, la bioenergética, el biomagnetismo, las constelaciones familiares/ terapia transgeneracional sistémica (distinto de la terapia familiar sistémica, para la que sí hay estudios), el eneagrama, las técnicas de liberación emocional (EFT-tapping, de la cual sí parece haber estudios pero aún son controvertidos, y no está reconocida por la American Psychological Association), la grafología, el Ho’oponopono, los cursos de inteligencia emocional…

 

Es normal que, a falta de algo mejor, y cuando una situación empieza a volverse límite, alguien quiera probar cosas que no estén demostradas (más de uno nos hemos visto en esa situación), sobre todo si a su modo de ver son coherentes, o si conoce a mucha gente con el mismo problema que ha mejorado con ello… eso ya lo dejamos al sentido común de cada uno. Pero nosotros adaptaríamos nuestras expectativas y agotaríamos primero las alternativas con base científica y un riesgo asumible para el paciente.

Una posible opción para saber la utilidad que un determinado producto/tratamiento tiene, es la página «WebMD», en la cual se pueden encontrar los usos clínicos de todo tipo de hierbas, medicamentos, alimentos, etc., ordenados según su nivel de evidencia (suficiente, poco clara, insuficiente, ninguna en absoluto…). La web está en inglés. También podéis ir tirando de los enlaces a webs de instituciones oficiales que hemos ido dejando en los apartados anteriores y de las recomendaciones de la FDA (enlace en español), cuya web, pese a ser la fuente más fiable, da bastantes dificultades a la hora de buscar la información.

En resumen, tened cuidado porque en este tema, como en todo aquello donde la medicina tradicional no encuentra respuesta…