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2. Intolerancias alimentarias

2. Intolerancias alimentarias

Hasta ahora hay un mínimo de 4 intolerancias bien definidas, y que cuentan con pruebas diagnósticas validadas (seguro que existen más, pero a día de hoy no hay métodos para diagnosticarlas, aparte del ensayo y error). Éstas son las intolerancias a la lactosa, a la fructosa y al sorbitol, todas ellas diagnosticadas mediante pruebas de hidrógeno espirado, y la enfermedad celíaca, la cual no es exactamente una intolerancia, sino un proceso autoinmune (enfermedad sistémica inmunomediada es el término exacto) que se desata al producirse la ingesta de gluten. En el caso de esta última las consecuencias parecen ser peores que en las 3 primeras, porque se produce un deterioro de las microvellosidades, dando lugar a un daño orgánico y observable mediante la toma de biopsias durante la endoscopia (que es la prueba diagnóstica definitiva, siempre que no se haya retirado el gluten de la dieta). Esto no significa que las intolerancias anteriores no sean graves, pues los síntomas en algunas de ellas pueden llegar a ser bastante insidiosos, especialmente en el caso de la fructosa.

Hay una quinta intolerancia que, al menos a día de hoy, no cuenta con pruebas para su diagnóstico, ateniéndose el médico a la clínica del paciente y a los síntomas que presenta. Hablamos de la sensibilidad al gluten no celíaca (SGNC). Esta intolerancia es la que padecen los que, sin ser celíacos, comprueban que sus síntomas empeoran cuando comen gluten, y mejoran al dejarlo. Ojito con esto porque han habido estudios bastante reveladores sobre el tema, que iremos viendo a lo largo del apartado 2.4. A día de hoy, no está del todo claro si la SGNC va en la línea de las intolerancias o de las enfermedades autoinmunes (siendo un estadio previo diferente a la enfermedad celíaca), o si es en realidad una intolerancia al trigo y los fructanos que contiene. Tal vez haya varios subgrupos dentro de la SGNC.

Los síntomas de las intolerancias no tienen por qué ser exclusivamente digestivos (los clásicos: diarrea, estreñimiento, gases, hinchazón, náuseas, vómitos, dolor cólico…). Hay experiencias de  pacientes que refieren síntomas de todo tipo (dermatitis, caída del pelo, dolor articular..) y que mejoran al eliminar estos azúcares y polioles, o al seguir una dieta baja en carbohidratos fermentables (FODMAPs), aunque la evidencia científica en este sentido es casi inexistente. Esto podría tener que ver con la relación, muy documentada, de los trastornos funcionales digestivos con otros trastornos de tipo alérgico (alergia a pólenes, animales o alimentos), y con patologías que cursan con dolor y cansancio (fibromialgia, encefalomielitis miálgica), relación de la que hablaremos en el apartado 3.3 de esta guía. Desafortunadamente, la investigación en intolerancias es muy limitada a día de hoy y se centra sobre todo en los síntomas digestivos.

Donde sí está más investigada la presencia de síntomas extradigestivos es en la celiaquía, que puede provocar problemas ginecológicos, fatiga crónica, problemas articulares, cutáneos, endocrinos, anemias…en este caso sorprende menos porque ya se ha demostrado que es una enfermedad multisistémica. Evidentemente, siempre que haya síntomas extradigestivos importantes, el médico tiene que descartar que no se deban a otra cosa (cuando oigas ruido de cascos, piensa en caballos, no en cebras…aunque si no aparece el caballo, habrá que buscar la cebra). Otro caso donde se ven síntomas extradigestivos es en la sensibilidad al gluten no celíaca (SGNC, no eres celíaco, pero no toleras el gluten/los fructanos/otros componentes del trigo), condición que se ha vinculado al SII en varios estudios (apartado 2.4.2) y donde pueden presentarse síntomas extradigestivos que a veces imitan los de la celiaquía.

Hay que aclarar que las intolerancias, al igual que la celiaquía, pueden aparecer a cualquier edad, seas niño, adulto o anciano.

 

En este apartado no se incluirá la Histaminosis Alimentaria No Alérgica (HANA), pese a que muchos la consideran una intolerancia a la histamina. El motivo de no incluirla es que aún no tiene una base científica consistente, y no existen pruebas fiables para diagnosticarla (si los test de aire espirado ya tienen limitaciones, los de histaminosis con IgG son para mear y no echar gota). Esto no quiere decir que no exista, sólo que no hay evidencia científica sólida. Hablaremos de ella en el apartado 3.3 como una condición asociada.

Ahora, pasamos a las intolerancias en sí.