La filosofía del 'decrecimiento' reivindica que debemos trabajar menos para vivir mejor. Propone una crítica constructiva y pluridisciplinar que ponga en cuestión la búsqueda obsesiva del "cada vez más"
NICOLAS RIDOUX 21/03/2009
En el origen de la grave crisis actual hay una nueva manifestación de la desmesura, de la búsqueda infinita de omnipotencia. Las empresas y entidades financieras han estado persiguiendo obtener unos beneficios en crecimiento perpetuo. En esta búsqueda incesante del "cada vez más", los mercados existentes no bastaban, y hubo que crear mercados incluso donde no existían. Las consecuencias de todo ello en la economía real serán por desgracia de amplio alcance, y afectarán especialmente a los más débiles. Como consecuencia de esta crisis, la mayoría de nuestros dirigentes, antes neoliberales, de repente parecen haber descubierto a Lord Keynes. Pues bien, ¿qué es lo que Keynes nos dice? "La dificultad no es tanto concebir nuevas ideas como saber librarse de las antiguas".
Se trata de utilizar los beneficios obtenidos para que todos puedan trabajar moderadamente
Eso es lo que pretende el movimiento del "decrecimiento", que propone una crítica constructiva, argumentada, pluridisciplinar, de rechazo de los límites que constriñen nuestras sociedades contemporáneas, para así poder liberarnos de ese "cada vez más". La filosofía del decrecimiento trata de explicar que en muchas ocasiones "menos es más".
¿Qué es exactamente lo que está ocurriendo en nuestros días? No estamos padeciendo una crisis sino un conjunto de ellas: crisis ecológica (energética, climática, pérdida de la biodiversidad, etcétera); crisis social (individual y colectiva, aumento de las desigualdades entre las naciones y en el seno de las mismas, etcétera); crisis cultural (inversión de valores, pérdida de referentes y de las identidades, etcétera); a lo que ahora se añade la doble crisis financiera y económica. Todas ellas no son crisis aisladas, sino más bien el resultado de un problema estructural, sistémico: cuyo origen está en la desmesura, en la búsqueda obsesiva del "cada vez más".
¿Qué se puede decir sobre la crisis económica desde el punto de vista de quienes somos "objetores al crecimiento"? Que nadie se equivoque, porque decrecimiento no es sinónimo de recesión. Tal como escribí hace más de dos años: "No hay que elegir entre crecimiento o decrecimiento, sino más bien entre decrecimiento y recesión. Si las condiciones ambientales, sociales y humanas impiden que siga el crecimiento, debemos anticiparnos y cambiar de dirección. Si no lo hacemos, lo que nos espera es la recesión y el caos".
Ahora hemos entrado en recesión, pero que nadie se confunda, no en una sociedad de "decrecimiento". Para empezar, no hemos cambiado nuestra organización social, y en la actual organización todas las instituciones y mecanismos redistributivos se nutren de la idea del crecimiento. En una sociedad así, cuando el crecimiento falta, la situación es inevitablemente dramática. El decrecimiento es algo totalmente distinto. Significa crecer en humanidad, esto es, teniendo en cuenta todas las dimensiones que constituyen la riqueza de la vida humana.
El decrecimiento no es un crecimiento negativo, ni propugna tampoco una recesión ni una depresión; sería ridículo tomar nuestro sistema actual y ponerlo del revés y de esa manera intentar superarlo. El decrecimiento supone que debemos desacostumbrarnos a nuestra adicción al crecimiento, descolonizar nuestro imaginario de la ideología productivista, que está desconectada del progreso humano y social. El proyecto del decrecimiento pasa por un cambio de paradigma, de criterios, por una profunda modificación de las instituciones y un mejor reparto de la riqueza.
Es claro que el crecimiento económico pretende aliviar la suerte de los más desfavorecidos sin tocar demasiado las rentas de los más ricos, para no enfrentarse a su reacción política. En ese sentido, el decrecimiento pasa necesariamente por una redistribución (restitución) de la riqueza.
En un mundo de recursos limitados, las cosas no pueden crecer de manera indefinida. Por eso, "la objeción al crecimiento" habla de la necesidad de compartir, el regreso de la sobriedad, en particular para aquellos que sobreconsumen. Hacemos nuestras estas palabras de Evo Morales, presidente de la República de Bolivia, que el 24 de septiembre de 2008 afirmó en la Asamblea General de las Naciones Unidas: "No es posible que tres familias tengan rentas superiores a la suma de los PIB de los 48 países más pobres (...) Estados Unidos y Europa consumen de media 8,4 veces más que la media mundial. Es necesario que bajen su nivel de consumo y reconozcan que todos somos huéspedes de una misma tierra".
Hay que acabar con la idea de que "el crecimiento es progreso" y la condición sine qua non de un desarrollo justo. El crecimiento es adornado por sus defensores con todas las virtudes, por ejemplo en materia de empleo. Sin embargo, como dijo Juan Somavia, director general de la OIT, en su informe de enero de 2007: "Diez años de fuerte crecimiento no han tenido más que un leve impacto -y sólo en un pequeño puñado de países- en la reducción del número de trabajadores que viven en la miseria junto con sus familias. Así como tampoco ha hecho nada por reducir el paro". En efecto, los beneficios empresariales han sido tan enormes que ni siquiera un crecimiento fuerte ha podido crear empleo, de ahí la persistencia del paro. La recesión agrava brutalmente este problema. Pero es ilusorio pensar que, para que todo el mundo tenga trabajo, lo que hay que hacer es restaurar el crecimiento económico y aumentar cada vez más las cantidades producidas; esta sobreproducción no tiene ningún sentido, no consigue el pleno empleo y, encima, compromete gravemente las condiciones de supervivencia del planeta.
Volvamos a Keynes, aunque no el que relanza las economías desfallecientes gracias a la intervención del Estado, sino al que escribía en sus Perspectivas económicas para nuestros nietos (1930) que sus nietos (es decir, nuestra generación) deberían liberarse de la coacción económica, trabajar 15 horas semanales y tender a una mayor solidaridad que permitiese compartir el nivel de producción ya alcanzado. No hacerlo así, según él, nos llevaría a caer en una "depresión nerviosa universal".
La filosofía del decrecimiento hoy dice que debemos trabajar menos para vivir mejor. No tener la mira puesta en el poder adquisitivo (que a menudo es engañoso y reduce al hombre a la única dimensión de consumidor), sino buscar el poder de vivir. Se trata de cambiar la actual organización de la producción y repartir mejor el trabajo: utilizar los beneficios obtenidos para que todos trabajen moderadamente y todas las personas tengan un empleo. Esta reorganización debe ir acompañada de una revisión de las escalas salariales. No es aceptable que algunos empresarios ganen varios centenares o miles de veces más el salario de sus propios trabajadores.
Reducir la cantidad de trabajo permitiría asimismo que pudiésemos llevar una vida más equilibrada, que nos realizáramos a través de cosas que no sean la sola actividad profesional: vida familiar, participación en la dinámica del barrio, vida asociativa, y también actividad política, práctica de las artes...
Un modo de vida más frugal, que se tomara en serio los valores humanistas y tuviese en cuenta la belleza, conduciría a producir menos pero con mejor calidad. Una producción de calidad pide habilidad y tiempo, y ofrecería empleos numerosos y más gratificantes. Supone no recurrir sistemáticamente a la potencia industrial (exige sobriedad energética) lo cual mejoraría la necesidad de fuerza de trabajo (como se observa al comparar la agricultura intensiva, muy mecanizada, gran consumidora de petróleo pero parca en mano de obra, con la agricultura biológica). De esta manera, quizá también se pudiese equilibrar mejor trabajo intelectual y trabajo manual, y combatir al mismo tiempo la epidemia de obesidad que padecen nuestras sociedades demasiado sedentarias.
Devolver el protagonismo a la persona, restaurar el espíritu crítico frente al modelo dominante del "cada vez más" y abrir el debate sobre nuestra forma de vivir y sus límites, saber tomarse tiempo para mantener una relación equilibrada con los demás, ése es el camino que propone la filosofía del decrecimiento. Se trata de sustituir el crecimiento estrictamente económico por un crecimiento "en humanidad". Es una tarea estimulante, un desafío que merece la pena intentar.
Nicolas Ridoux es autor de Menos es más. Introducción a la filosofía del decrecimiento (Los Libros del Lince).
Por una vida más frugal. Artículo del País
#2
Menudo taco me he hecho con el decrecimiento...el crecimiento...la recesión...
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Queremos siempre más...estamos educados así, invertimos tanta energía en acumular cuantas más posesiones mejor, que el terreno de lo personal pasa a un segundo plano...Somos una sociedad consumista y lo mejor es que lo hacemos por encima de nuestras posibilidades, nuestra capacidad de endeudamiento supera con creces a la del ahorro..Pero es que nos han dado tantas las facilidades!..Cualquiera con un simple contrato de 6 meses y un bolsillo vacio (yo misma) era buen candidato para que el banco le endorsara una hipoteca de por vida.Y nosotros, españoles ilusos, hipnotizados por los bajos tipos de interés, hemos firmado esta condena tan felíces de la vida, presumiendo de ser propietarios, eufóricos con la unica filosofia de vivir el presente....que dentro de 100 años, todos calvos!!
No trabajamos para sobrevivir, lo hacemos para sobre-consumir, porque los triunfos en la vida los mide el modelo de tu coche, los metros de tu casa, y hasta la marca de tus calzoncillos...A estas alturas, la idea de la filosofía del decrecimiento me parece un tanto utópica, somos el resultado de una evolución competitiva en lo referente a lo material, y me dá en la nariz, que a Paquito el del tercero le hace más felíz pasear con su Mercedes (coche), que con su Mercedes (Mujer)....
Si somos así " a nivel usuario"....imaginaté aquellos que gozan de poder político, y tienen a su alcance la posibilidad de meter la mano en la saca...que las tentaciones son muy malas! ..Estos que se suponen encargados de velar por los derechos de las personas... lo van a hacer realmente?, cuando ya Paquito el del tercero dá más prioridad a su coche, que su relación de pareja??
Sobre lo de dar prioridad a las calidades de los productos, tenemos el ejemplo las importaciones de paises como la India..China, donde los derechos de sus trabajadores brillan por su ausencia, y esto les permite competir "deslealmente" con las industrias Españolas...Esto es algo que vivo en primera persona, ya que como sabeis, mi ciudad se nutre básicamente de la industria del calzado...En estos momentos nos podría quedar la "baza" de competir almenos por una mayor calidad (como en el pasado) tanto en acabados como en materiales, pero no interesa, así que,quien quiere mantener su puesto de trabajo aquí, tiene que bajarse los pantalones y aprender a comer con palillos...porque al empresario le sale más rentable viajar a China y montar una fábrica, que producir aquí..Y si a esta amenaza, le sumas la bajada de sueldos...los nulos derechos laborales...el incremento de horas en la jornada de trabajo y la contratación de personal poco cualificado (pero barato),el resultado no puede ser otro que un producto de baja calidad.
En definitiva somos todo lo contrario a frugal...y que eso cambie me parece imposible...Está el mundo muy mal repartio!!!....citando de nuevo a Evo Morales:"No es posible que tres familias tengan rentas superiores a la suma de los PIB de los 48 países más pobres" ...sobra con este ejemplo....por no hablar de las guerras creadas por puros intereses ecónomicos.....deshumanizaos perdios estamos
UY ...mejor me voy a ir a la cama ya, que me estoy notando catastrofísta y luego tengo pesadillas.
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Queremos siempre más...estamos educados así, invertimos tanta energía en acumular cuantas más posesiones mejor, que el terreno de lo personal pasa a un segundo plano...Somos una sociedad consumista y lo mejor es que lo hacemos por encima de nuestras posibilidades, nuestra capacidad de endeudamiento supera con creces a la del ahorro..Pero es que nos han dado tantas las facilidades!..Cualquiera con un simple contrato de 6 meses y un bolsillo vacio (yo misma) era buen candidato para que el banco le endorsara una hipoteca de por vida.Y nosotros, españoles ilusos, hipnotizados por los bajos tipos de interés, hemos firmado esta condena tan felíces de la vida, presumiendo de ser propietarios, eufóricos con la unica filosofia de vivir el presente....que dentro de 100 años, todos calvos!!
No trabajamos para sobrevivir, lo hacemos para sobre-consumir, porque los triunfos en la vida los mide el modelo de tu coche, los metros de tu casa, y hasta la marca de tus calzoncillos...A estas alturas, la idea de la filosofía del decrecimiento me parece un tanto utópica, somos el resultado de una evolución competitiva en lo referente a lo material, y me dá en la nariz, que a Paquito el del tercero le hace más felíz pasear con su Mercedes (coche), que con su Mercedes (Mujer)....
Si somos así " a nivel usuario"....imaginaté aquellos que gozan de poder político, y tienen a su alcance la posibilidad de meter la mano en la saca...que las tentaciones son muy malas! ..Estos que se suponen encargados de velar por los derechos de las personas... lo van a hacer realmente?, cuando ya Paquito el del tercero dá más prioridad a su coche, que su relación de pareja??
Sobre lo de dar prioridad a las calidades de los productos, tenemos el ejemplo las importaciones de paises como la India..China, donde los derechos de sus trabajadores brillan por su ausencia, y esto les permite competir "deslealmente" con las industrias Españolas...Esto es algo que vivo en primera persona, ya que como sabeis, mi ciudad se nutre básicamente de la industria del calzado...En estos momentos nos podría quedar la "baza" de competir almenos por una mayor calidad (como en el pasado) tanto en acabados como en materiales, pero no interesa, así que,quien quiere mantener su puesto de trabajo aquí, tiene que bajarse los pantalones y aprender a comer con palillos...porque al empresario le sale más rentable viajar a China y montar una fábrica, que producir aquí..Y si a esta amenaza, le sumas la bajada de sueldos...los nulos derechos laborales...el incremento de horas en la jornada de trabajo y la contratación de personal poco cualificado (pero barato),el resultado no puede ser otro que un producto de baja calidad.
En definitiva somos todo lo contrario a frugal...y que eso cambie me parece imposible...Está el mundo muy mal repartio!!!....citando de nuevo a Evo Morales:"No es posible que tres familias tengan rentas superiores a la suma de los PIB de los 48 países más pobres" ...sobra con este ejemplo....por no hablar de las guerras creadas por puros intereses ecónomicos.....deshumanizaos perdios estamos
UY ...mejor me voy a ir a la cama ya, que me estoy notando catastrofísta y luego tengo pesadillas.
#3
Hola Eli. Bueno, quizá sea un poco utópico, pero yo no me resigno a seguir como estamos. Al fin y al cabo, ¿que es una utopía?. Hasta no hace mucho, la democracia, la igualdad entre hombre y mujer, o el mero hecho de vivir en pareja sin casarse, era considerado una locura o una utopía(no era lo "natural" en la historia humana. No existe lo natural en las sociedades, por mucho que nos lo parezca. por ejemplo el canibalismo fue costumbre en sociedades primitivas, y afortunadamente ahora no lo es, pero ellos podrían usar el argumento de decir que era natural. Lo mismo la esclavitud, el feudalismo...), pero gracias al esfuerzo de algunos "utópicos", con el paso del tiempo se fue consiguiendo. ¿Porque no se va a poder ir cambiando poco a poco de mentalidad e ir alcanzando un sistema de vida más humano, menos consumista?. Cierto que los primeros que se lancen a propugnarlo probablemente fracasarán, y la gente dirá que son soñadores, como de costumbre. Y más en España, donde habitamos un país de gente muy pasiva , resignada, y poco cívica, que acepta todo, aunque seamos muy protestones, pero sólo de boquilla.
Pero yo estoy convencido, de que aunque ahora vivamos en un desierto gélido de valores e ideales sepultados por el hielo de la pasividad, alguna vez, volverá la primavera y las oscuras golondrinas de la rebeldía con ella.
Saludos afectuosos
Pero yo estoy convencido, de que aunque ahora vivamos en un desierto gélido de valores e ideales sepultados por el hielo de la pasividad, alguna vez, volverá la primavera y las oscuras golondrinas de la rebeldía con ella.
Saludos afectuosos
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