Mal humor en las vísceras
El síndrome de intestino irritable afecta más a las mujeres que a los hombres. De 15% a 20% de la población lo sufre y de momento no tiene cura. El único récipe que funciona es cambiar el estilo de vida, y con ese fin se ha creado un grupo de apoyo en Caracas. A partir de mañana saldrá al mercado un fármaco para combatir sus síntomas
VANESSA DAVIES
—Señora, usted no tiene nada— sentencia el médico.
—¿Cómo que no tengo nada? Si me duele el estómago como si me clavaran un cuchillo, la diarrea me carga loca y si no, es el estreñimiento— responde la paciente.
—Señora, le repito que no tiene nada. No puedo decirle que tiene algo que no tiene.
¿Realmente no ocurre nada dentro de ese intestino femenino? Los hechos indican que sí, que algo sucede. Y ese algo, de nombre colon y apellido irritable, es más común que la úlcera y otras dolencias del aparato digestivo, dictamina Isidoro Zaidman, fundador del servicio de Gastroenterología del hospital Padre Machado. Se estima que entre 15% y 20% de la población adulta padece este problema, y que la proporción es de 3 a 4 mujeres por cada hombre. La mayoría de las consultas que recibe Zaidman son por esta razón; se trata de féminas de 30 a 50 años con alguna insatisfacción vital, con síntomas muy fastidiosos y característicos que también pueden atacar a los varones: malestar abdominal; espasmos; flatulencia; náuseas; diarrea o estreñimiento crónicos, o una combinación de ambos; ganas de evacuar pero imposibilidad de concretarlas.
Su definición como enfermedad es “trastorno funcional del aparato digestivo”, pero todavía carece de una base orgánica conocida. Zaidman recuerda que la sociedad está acostumbrada a patologías causa-efecto, como apendicitis aguda, infarto, cáncer. Y esa fórmula no sirve con el colon irritable, considerado —subraya el experto— un mal psicofisiológico. “Esto implica”, reflexiona, “que los pacientes sufren mucho, porque genera un costo físico y social alto, y sin posibilidad de cura”. ¿Usted se imagina no poder comer, acostumbrarse a que el abdomen se haga notar y con un galeno que repite “no sé cómo quitarle eso”? ¿Y así, hasta el fin de la existencia? Por algo es uno de los temas que se desarrollará en el XXII Congreso Venezolano de Gastroenterología, a celebrarse del 11 al 14 de septiembre en la isla de Margarita.
Raíces por descubrir
Un grupo de científicos del Centro Médico Cedars-Sinaí, en Estados Unidos, podría haber identificado su origen. En diciembre pasado, la revista American Journal of Gastroenterology difundió los resultados de una investigación, según la cual “la mayoría de los pacientes con síndrome de intestino irritable tienen excesiva flora bacteriana en el intestino delgado, y el tratamiento con antibióticos reduce en gran medida los síntomas”. Este trabajo, citado por agencias de noticias y por la página web www.diariomedico.com, se basó en la evaluación de 202 personas con la afección; 78% de ellas presentaba sobrecrecimiento de bacterias, de acuerdo con Mark Pimentel, autor principal.
Esta no es la única pista nueva. Otro estudio, realizado por un grupo de la Universidad de Toronto (Canadá) con 25 féminas y publicado en Psychosomatic Medicine, sugiere una relación entre el colon irritable y el maltrato psicológico aunado a factores como falta de autoestima y mutismo. La víctima tipo podría ser una mujer, sin tiempo para el ejercicio ni para ir al baño en paz, con horarios de comidas no fijos, sometida a presiones, convencida de que es la diana en la que confluyen todas las flechas.
Lo que si está claro es que los nombres usados para designar esta falla digestiva —como colitis, colitis mucosa, colon espástico, intestino espástico y enfermedad funcional del intestino— no son correctos, sostiene el Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales de Estados Unidos. Aun cuando en la memoria colectiva quedó bautizado como colon irritable, su denominación moderna es síndrome del intestino irritable.
Razones confusas
—Desde hace 10 años vienes a mi consultorio. Una vez es por gastritis; otra vez, por acidez; otras, por diarrea. Siempre es lo mismo. ¿No piensas cambiar tu estilo de vida?— interroga el facultativo. —Sí. Te prometo que esta vez si cambiaré— asegura el paciente, un hombre de 62 años de edad. La escena se repetirá, posiblemente, en los próximos 4 meses. Debe haber una causa física, acota el especialista, “una falla en los neurotransmisores” que genera el desorden en el funcionamiento. Pero si se quiere buscar el por qué, Zaidman se inclina por la mezcla de un desarreglo bioquímico, además de aspectos psicológicos, sociales, culturales, pésima higiene del aparato digestivo, y hasta falsas creencias. “El aparato digestivo es muy sensible a todos los estímulos”, recalca. “El ser humano es una totalidad, y todo lo que pasa en la cabeza se refleja en el cuerpo; no puede separarse”.
Las tensiones también le pegan fuerte al colon. “Durante un suceso estresante, el sistema nervioso central ejerce influencia directa a través de las hormonas y de los neurotransmisores sobre la región colónica”, resume la especialista Silvia de Gutman en la página web www.colonirritable.com. Las situaciones que actúan como un gatillo son divorcios, casamiento, fallecimientos y aniversarios de muertes, acudir a sitios asociados con sentimientos negativos (como cementerios, policía), mudanzas, viajes, conflictos laborales, relaciones personales difíciles, penurias económicas. “Las crisis de la vida se vinculan con las crisis del colon”, concluye Isidoro Zaidman. De que altera el día a día de un individuo, lo altera. Los cuestionarios aplicados por un equipo de la Universidad de Los Angeles constataron que la calidad de vida de los estadounidenses con colon irritable es peor que la de los pacientes diabéticos.
Giro de 180 grados
¿Cómo saber si ese conjunto de irregularidades son o no el síndrome? Igual que todos los caminos conducen a Roma, algunas pistas llevan al diagnóstico. Uno de los criterios es la presencia de dolor en el abdomen al menos por 12 semanas (no necesariamente consecutivas), además de la diferencia en la frecuencia de las evacuaciones y en la apariencia de las heces. “Una muchacha de 19 años que se queje de gases, llenura y diarrea, estoy casi seguro de que no es una lesión, sino colon irritable”, acota Zaidman, quien también es productor del programa radial Sin Estrés (transmitido por la emisora 95.5 FM). Si es un hombre de 50 años con alteraciones que datan de 3 meses atrás, se orienta hacia “un tumor escondido, piedras en la vesícula, lesiones de hígado, úlcera”. El descarte se lleva a cabo tomando como referencia lo que cuenta el paciente, y mediante exámenes como ultrasonido abdominal, endoscopia del estómago y del colon. Curiosamente, la visualización que hace el médico del tracto intestinal revela que todo está normal, y eso es lo que permite pensar en el síndrome.
La Sociedad Venezolana de Gastroenterología no ha establecido las pautas de tratamiento para esta afección, señala Judith Salazar, presidenta del organismo científico. “Es una enfermedad para la que hay nuevas drogas. Nos valemos de varias, pero ninguna es específica y no a todo el mundo le funcionan, por lo que se debe individualizar la terapia”, aclara. Depende, igualmente, de lo que más predomine: el estreñimiento o la diarrea. Recetar laxantes para combatir la constipación es peor, alerta Zaidman, porque se crea el círculo vicioso: a más medicamentos para inducir la defecación, peor será el estreñimiento. “Puedo mandar lexotanil o valium, pero al acabarse el efecto la paciente seguirá igualita”, dice el gastroenterólogo.
En Estados Unidos son comunes los grupos de apoyo para personas con este síndrome, pero no en Venezuela. Sin embargo, el núcleo de soporte para individuos con estrés, creado por Zaidman en Caracas, ayuda a los enfermos con problemas digestivos (más información a través del número telefónico 753-7319, o en el Monumento a la Paz de Bello Monte). Las pautas son sencillas: el ejercicio es indispensable; se debe comer sólo lo que caiga bien y el paciente debe construir su propia dieta; se debe aceptar que el colon está hecho para contener heces, y que cada quien tiene su ritmo (una vez al día, una vez a la semana, etc.) que debe ser respetado (no se aguante las ganas, y entrene a su organismo para que se adapte a un horario); hay que relajarse y meditar, y entender que disfrutar es un derecho. En suma, aprender a vivir de otra manera.
Una pastilla para calmar al colon
El camino de las drogas para aliviar los síntomas del colon irritable ha sido de espinas. A finales del año pasado, Glaxo Wellcome retiró de manera voluntaria del mercado estadounidense el fármaco alosetrón; la compañía se adelantó a una posible medida de la Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos, institución que registró 49 casos de colitis isquémica y 21 de estreñimiento severo (5 muertes y 34 hospitalizaciones) entre los usuarios.
A pesar de estos antecedentes, a partir de mañana, un medicamento contra algunos casos del síndrome del intestino irritable estará disponible en las farmacias venezolanas bajo prescripción médica: es el tegaserod, de Novartis. Luis Marsicano, director de Mercadeo del laboratorio, asegura que este preparado es específico para tratar el trastorno, lo que evitará “que los gastroenterólogos lo sigan atendiendo con laxantes, analgésicos, o antiespasmódicos”.
El principio del tegaserod, especifica Marsicano, es modular el funcionamiento del intestino en sujetos en los que el estreñimiento y el malestar son los males mayores. “Al paciente que lo tome dos veces al día durante por lo menos tres meses, se le reducirá el dolor, se le quitará la distensión abdominal y evacuará mejor”, puntualiza el vocero. “La mejoría es inmediata”. Venezuela es la segunda nación donde se comercializa el medicamento. Según Marsicano, “está a punto de ser aprobado en Estados Unidos y en la Unión Europea”. En 12 centros asistenciales del país se está adelantando un estudio para probar su efectividad.
Pero el tegaserod también desencadena reacciones adversas. La monografía del producto recoge la posibilidad de diarreas transitorias, naúseas, cefalea, vértigo, flatulencia y dolor abdominal. Además, en una carta enviada en marzo pasado al Centro para la Evaluación e Investigación de Drogas de la FDA, la organización de consumidores Public Citizen (www.citizen.org) solicita que no sea autorizada su utilización “debido a su altamente cuestionable eficacia y sus problemas de seguridad”, ya que aumentaría el riesgo de tener quistes ováricos.
Es antiguo, del 2001, pero vale la pena leeerlo
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